Trabaja como sirvienta para el Siervo de Dios Federico Santamaría. Debido a la persecución religiosa que se está produciendo en Madrid, don Federico decide ir a Aravaca, dónde tenía una casa. Francisca le acompaña. Cuando llegan a la localidad madrileña son delatados por algunos vecinos. Finalmente, los milicianos le sacan de su casa en julio, sometiéndole a varias torturas y vejaciones, matándole en las tapias del cementerio. Francisca sigue el mismo destino y es también sacada de la casa de forma violenta y asesinada de varias puñaladas en el cementerio de Aravaca el 13 de agosto.