Presentación de las Causas de Timoteo Rojo Orcajo y 60 compañeros, Rufino Blanco y 70 compañeros laicos e Isidro Almazán Francos y 7 compañeros laicos de la ACdP

 

 

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En esta página web son presentados los siervos de Dios Timoteo Rojo Orcajo y 60 compañeros sacerdotes, Rufino Blanco Sánchez y 70 compañeros laicos e Isidro Almazán Francos y 7 compañeros laicos, cuyas causas de canonización por martirio fueron abiertas el 12 de diciembre de 2020 en Madrid.

En los años treinta del pasado siglo fueron víctimas de la persecución religiosa en Madrid 408 sacerdotes y 17 seminaristas, casi todos durante los primeros meses de la revolución desatada junto con la guerra civil. De ellos, 342 sacerdotes y 11 seminaristas tenían oficio en la entonces diócesis de Madrid-Alcalá. Los otros 72 se encontraban circunstancialmente en Madrid o fueron traídos aquí por sus verdugos. Estas cifras ha sido establecidas en el Martirologio matritense del siglo XX, publicado en 2019, que trata sólo de los sacerdotes y seminaristas seculares. Es más difícil de precisar el número total de laicos víctimas de la persecución religiosa. No serán menos que los sacerdotes. Nos alegramos mucho de los 79 que se incluyen en estas Causas y que se suman a los 9 familiares de sacerdotes y seminaristas que van en las Causas que ya están en Roma.

En toda España dieron su vida como testigos de la fe, en aquellos tiempos dramáticos, unos 4.000 sacerdotes y seminaristas seculares, 3.000 personas consagradas y no se sabe aún cuántos miles de laicos comprometidos. De ellos, son ya casi 2.000 los que han sido elevados a los altares como santos y beatos.

Timoteo Rojo Orcajo, de 45 años, era el canónigo archivero de la catedral de San Isidro. A él le debe Madrid que el cuerpo incorrupto de san Isidro Labrador no hubiera desaparecido en la revolución, pues se encargó, con otros compañeros, de buscarle un buen escondite. No consiguieron arrancarle el secreto. También le debemos la primera biografía del venerable Francisco de Asís Méndez Casariego, otro santo canónigo madrileño, al que el mártir describe como Buscador de perlas, pues se había dedicado a recoger y dar cobijo y formación a chicas y golfillos de las calles de Madrid.

Rufino Blanco Sánchez, de 75 años, era un sabio maestro y pedagogo, muy conocido en los ambientes de su especialidad, cofundador de la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio. En marzo de 1936 había ingresado en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, con un notable discurso, en el que no ocultaba la honda inspiración religiosa de su ciencia y de su vida. Tuvo nueve hijos, de los cuales, Julián, periodista, que se encontraba en casa de su padre cuando llegaron los revolucionarios en busca del anciano paladín del magisterio católico, no quiso dejarlo solo y lo acompañó al martirio. Va también en esta Causa.

Isidro Almazán Francos, de 45 años, maestro, también entregado al apostolado de la enseñanza, era el presidente de la Federación de Maestros Católicos.

Se trata de personas de muy diversas edades y condiciones sociales. Desde jóvenes sacerdotes recién ordenados, como el coadjutor de la parroquia de San Lorenzo de El Escorial, de 25 años, Juan Álvarez Reyero, hasta el que había sido deán del Cabildo catedral y decano del Tribunal de la Rota, de 94 años, José Fernández Montaña. Desde un abogado del Estado y ministro de la República, Federico Salmón Amorín, y un empresario y diputado por Vizcaya, Marcelino Oreja Elósegui, hasta dos carniceros del barrio de La Paloma, Marcelino Panizo Celorio y Marcelino Panizo Rodríguez, padre e hijo, así como labradores de Los Molinos o maestras y empleadas de Pinto, las catequistas Valentina Pascual y compañeras. A todos les une el haber dado la vida por la fe en Jesucristo, perdonando como Él a sus perseguidores.

Agradecemos el trabajo que vienen haciendo por estas Causas en los dos últimos años el Delegado Episcopal para las Causas de los Santos, don Alberto Fernández Sánchez, la secretaria de la Delegación, madre María del Mar Gómez Mañas, el Postulador, don Pablo Sánchez Garrido, y los peritos en historia, don Javier Sebastián Moreno y doña Alejandra Torres Molina. Don Rodrigo Bermejo Fernández nos ha facilitado fotografías y contactos con los familiares de los mártires.

Quiera el Señor que podamos celebrar sin tardar mucho la beatificación de estos siervos de Dios, testigos de la fe hasta la sangre. Todavía no es posible rendirles culto público. Esperamos confiados el juicio de la Iglesia. Pero ya podemos acogernos de modo privado a su intercesión. Oremos por la beatificación de estos hermanos en la fe. Oremos para que, por su mediación, el Espíritu suscite en nuestras diócesis de Madrid y en toda la Iglesia sacerdotes y laicos santos, que sean testigos humildes y poderosos de la alegría del Evangelio.

+ Juan Antonio Martínez Camino
Obispo auxiliar de Madrid