En 1929 es nombrado jefe de la Policía municipal de Santurce. En la revolución de octubre de 1934 consigue frenar a los alborotadores. Al vencer el Frente Popular se instaura en Santurce la Guardia Cívica, acudiendo a su domicilio para arrestarle. Después de estar escondido en la casa de un vecino, el 1 de marzo de 1936 huye a Bilbao, luego a Burgos y de allí al Cerro de los Ángeles para defender a las monjas, hasta que el 21 de julio se las llevan a Getafe los Guardias de Asalto con el pretexto de que corrían peligro. Por el miedo a ser detenidos, se ocultan en una finca próxima, llamada “Las Zorreras”. A la mañana siguiente bendicen el desayuno y se santiguan cuando terminan. La criada de la finca y su hijo, pensando que eran frailes, avisan a los milicianos de Getafe. El día 23 varios hombres acuden al lugar y les fusilan. Fueron inhumados en el Cementerio de Getafe el día 26 de julio de 1936. Finalmente, fueron trasladados al Cementerio del Cerro de los Ángeles.