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Martires

Antonio Moraleja Fernández-Shaw

  • Causa: Causa de Ignacio Aláez Vaquero y compañeros, seminaristas
  • 19 años
  • Estudiante de filosofía
  • Nacimiento: Madrid, 14 de abril de 1917
  • Muerte: Castillo de Aldovea, Torrejón de Ardoz, 8 de noviembre de 1936
  • Sepultura: Cementerio de los mártires de Paracuellos del Jarama

La Cárcel Modelo de Madrid ocupaba el solar en el que hoy se encuentra el Cuartel General del Aire, en el distrito de Moncloa. Es la única para varonesa primeros de julio de 1936 y está muy cerca de la calle de Romero Robledo, lugar donde habían fijado su residencia Liberato Moralejo, militar, y Serafina Fernández Shaw. El 14 de abril de 1917 había nacido su hijo Antonio en Madrid. Fue bautizado en la parroquia de san Jerónimo el Real con los nombres de Antonio José Ramón Pedro de la Santísima Trinidad.

Antonio es un niño bien educado. En ello han invertido sus padres gran esfuerzo personal y económico. Estudia en el Colegio Maravillas, de los Hermanos de la Salle. Colegio desaparecido en 1931, como tantos otros colegios, conventos y parroquias, que verán sus muros derribarse y sus ajuares pasto de las llamas ante los ataques de masas populares envenenadas por el odio a lo largo de los años 30. Para entonces Antonio ya era alumno, desde hacía un año, del Seminario de la Inmaculada y san Dámaso en Madrid. En efecto, a los 12 años, el niño comunica a sus padres su deseo de ser sacerdote. En el Seminario ubicado en las Vistillas cursará seis años de formación, truncada por la barbarie.

De la vida de Antonio en su etapa de seminarista poco sabemos. Todos los archivos fueron incautados por los milicianos y utilizados para localizar a los seminaristas y llevarlos presos antes de su ejecución. Sí se ha conservado su expediente académico, del que se deduce que no fue un alumno especialmente brillante.

Es bastante probable que Antonio estuviera entre los que, tras el retiro del día 18 de julio, hubieron de huir del seminario por la puerta de la huerta, ante el asalto del edificio por los milicianos de La Latina.

Según ha quedado en la tradición familiar, parece que la defensa de la iglesia del Carmen de Preciados del asalto de los milicianos es la causa inmediata de que vayan a buscar a Antonio a su casa. Sin duda también influyó que el padre de familia, Liberato, se hubiera negado a firmar la carta de adhesión al gobierno del Frente Popular en contra de la sublevación militar en 1935. Redada fructífera para los perseguidores, que en una sola visita se llevan a los dos: padre e hijo son detenidos, según consta en el atestado policial conservado en la Dirección General de Seguridad, por «conservar cartas en las que se revela el carácter religioso y patriota» de los arrestados. Esto es, estampas religiosas y documentos monárquicos, sin duda conservados por quien había sido condecorado como miliar en época de Alfonso XIII. En su domicilio Antonio es interrogado. La sospecha inicial se levanta por no estar alistado en el frente, siendo joven. A lo que responde Antonio que es seminarista, provocando su inmediata detención y puesta de ambos, padre e hijo, a disposición de la comisaría del distrito de Palacio. De allí pasan a la Dirección General de Seguridad, lugar donde no suelen estar los detenidos más de dos días, y donde se les toma la filiación. Son llevados después a la Cárcel Modelo, muy cerca de su domicilio familiar. Allí están un mes en condiciones lamentables. El avance de las tropas nacionales por la Casa de Campo y el traslado del gobierno a Valencia hacen que la Junta de Defensa decida trasladar a los presos de la Modelo. Entre los días 6, 7 y 8 de noviembre de 1936 son sacados del lóbrego lugar. No sabemos la fecha exacta, aunque la familia piensa que el 8 de noviembre son conducidos en autobuses, maniatados, hasta el Castillo de Aldovea, en Torrejón de Ardoz, donde son asesinados. Sus cadáveres no figuran entre los que fueron después identificados en 1939. Ambos fueron enterrados, como tantos y tantos otros, en el cementerio de los mártires de Paracuellos del Jarama.

Terminada la guerra, el nombre de Antonio es inmediatamente incorporado en la lista de los seminaristas que habían dado su vida en la persecución por su condición de eclesiástico.