Estudia en el Seminario Conciliar de Madrid. Ordenado, a título de patrimonio, en 1926. Capellán del Patronato de enfermos en 1927; de las Esclavas del Sagrado Corazón, de Chamberí en 1930. Consiliario de la Juventud de Acción Católica de la parroquia de Santa Teresa y Santa Isabel. Participa en las reuniones de sacerdotes organizadas por san Josemaría Escrivá. Cuando al estallar la guerra le aconsejaban que se escondiera, señalaba que no le importaba morir por un microbio o por un tiro, añadiendo: “Per crucem ad lucem”. Iniciada la persecución, refugia en su casa a 3 redentoristas, pero se niega a echarlos a exigencias del portero. Los milicianos vienen a buscarlo y lo fusilan en las tapias del cementerio de la Almudena.