Ordenado sacerdote en 1935, celebró la primera misa el 16 de junio en los Mercedarios de la calle Silva, predicando don Hermógenes Vicente, párroco de Carabanchel Bajo, que había sido su formador en el Seminario y que también iba a ser mártir. Su primer y único destino fue Santo Domingo de Silos, de Pinto, donde también fue capellán de las Ursulinas, del Colegio de San José.
Dada la gran tensión que se vivía, su padre lo acompañaba a todas partes. El 27 de julio de 1936 ambos fueron encerrados, junto con otros vecinos, en un teatro, situado enfrente de la iglesia. El alcalde, ante la llegada de milicias de Madrid, temía por la vida de los prisioneros y los soltó.
A don Manuel y a su padre les indicó que se dirigiesen hacia la estación. Parece que intentó salvar a los demás “distrayendo” a los milicianos con el cura. Ellos, en efecto, atraparon al joven párroco y a su padre, los obligaron a desnudarse y los asesinaron en el kilómetro 23 de la carretera de Badajoz. No escucharon la petición del padre que imploró ser fusilado antes que su hijo.