En 1934, tras la muerte de su padre, se traslada con su madre a vivir a Aranjuez, con su tío don Isidro. Se involucró en la vida del pueblo dando cursos de costura y ayudando en toda labor en la Iglesia.
El 22 de julio de 1936 es llevada a la checa para hacerla confesar el paradero de su tío. Allí estuvo encerrada varios meses, sufriendo vejaciones y abusos. Cuando apareció don Isidro, se ensañaron con ella con más crueldad. Fue asesinada a palos. Su cadáver, abandonado en el lugar del crimen, fue descubierto por unos campesinos, que le dieron sepultura allí mismo; en 1940 fue trasladado al cementerio de Aranjuez.