Le llevaron directamente a una checa instalada en la calle de Fomento. Se sabe que se confesó y que estaba muy valiente y resignado con su muerte. Le sacaron y le asesinaron en la carretera del Cementerio del Este. En una carta antes de morir, escribe: “Muero mártir de estos ideales, y lo proclamo como mi mayor timbre de gloria, el haber sido católico, apostólico, romano hasta el último instante de mi existencia, en que si Dios lo permite, moriré gritando: ¡Viva Cristo Rey! y ¡Viva España!”. Familiares suyos atestiguan que lo tienen como mártir.